Por
fin he encontrado una manera de olvidarte: Recordarte diferente.
He
rebuscado hasta en el último rincón de mi memoria y he reinventado nuestra
relación. He rememorado todos los momentos que pasamos juntos y te he
reemplazado por otra que existe únicamente en mi mente. He recopilado todo lo
que me hacías sentir, he repasado todo lo que me gustaba de ti, y se lo he
regalado a un personaje de ficción que lo único que tiene en común contigo es
que no eres tú. He reescrito lo nuestro para convertirlo en algo sólo mío.
Tu
nombre ya no es tuyo. Tu belleza nunca ha sido tan indescriptible. Estás mejor
que nunca, pero igual que siempre. Eres perfecta en tu imperfección. Eres tal y
como yo te veo. Eres. Y lo mejor de todo es que no te hace falta existir para
serlo.
Tu
sustituta nunca me abandonará. No volverá a romperme el corazón. No me hará llorar
hasta quedarme deshidratado de pena. Básicamente, porque no le he enseñado cómo
hacerlo.
Haremos
todo lo que nos quedaba por hacer. Y lo haremos juntos. Todos los planes de
futuro se harán irrealidad. Viajaremos a ese sitio, viviremos en ese barrio y
nuestros hijos tendrán esos nombres. Comeremos perdices. Y sólo hará falta que
yo me sienta bien para que seamos felices.
Ya
sé que todo esto ocurrirá solamente dentro de mi cabeza. Y me da igual. Hace
tiempo que lo de afuera dejó de importarme.
Has
dejado de ser mi única realidad para convertirte en producto de mi imaginación.
Puede
que ahora sólo me quede ficción, pero, siendo realista, nunca tuve nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario