miércoles, 14 de mayo de 2014

Estás hecho todo un nombre

-Felicidades, hijo. Ya eres mayor edad. Ha llegado el momento de que te hagas un nombre.

El joven había intentado no dormirse, pero su padre tuvo que despertarlo cuando dieron las doce.

Hay una cosa que tenéis que saber sobre el padre antes de seguir leyendo: era tremendamente impaciente. No estuvo dispuesto a aguantar nueve meses de embarazo y acabó teniendo un hijo prematuro, no le dirigió más que silencios hasta que pronunció su primera palabra y para que aprendiera a andar lo dejó en una gasolinera con una brújula y un mapa. Irónicamente, su mujer lo abandonó porque ya no sabía qué esperar de él.

Por supuesto, no iba a consentir que su hijo cumpliera la mayoría de edad y todavía no fuera un nombre hecho y derecho. Así que a las doce en punto se lo llevó al mercado negro. Allí donde cualquiera con un interés sustantivo podía encontrar lo que buscaba, donde se reunían traficantes de nombres propios y ajenos. En ningún otro lugar del planeta se puede conseguir prestigio al peso, denominadores poco comunes y apelativos paliativos de una manera tan fácil. Ni tan cara. 

El joven entró en el mercado negro sin denominación de origen y salió con una reputación hecha a medida. Muchas gracias, papá, tira el tique, que me va como un guante. 

Durante años, el joven pudo vivir del nombre que le había dado su padre.  Incluso tras el fallecimiento de este último, impaciente por saber qué había detrás de la muerte. Pero cuando por fin se jubiló, no volvió a usarlo nunca más. Unos dijeron que estaba loco, otros que su uso le pesaba demasiado en la conciencia. Al fin y al cabo, aquel renombre del que disfrutaba era ilegal. Hacerte un nombre no sirve de nada si no te lo has escrito tú.

Nunca volvió a ser el mismo, pero por fin era él mismo.

No hay comentarios: