lunes, 13 de mayo de 2013

Amor de escaparate

Se levantó y, como todos los días, en su agenda sólo había un evento importante: Ir a verla. La rutina no eclipsaba su importancia. Nadie era más feliz oyendo sonar el despertador.

Que desayunar, afeitarse, ducharse y vestirse se hubiera convertido en un proceso automático le permitía recordar diariamente la primera vez que la vio sin miedo a desconcentrarse. Siempre le había gustado disfrutar de los escaparates de las tiendas mientras paseaba, pero un día encontró algo inesperado al otro lado del cristal de un pequeño comercio del centro. Dicen que cuando conoces al amor de tu vida, el tiempo se para, pero entonces lo único que se paró fue él. Y nunca podría especificar por cuánto tiempo. Fue como si necesitara grabar aquel momento en su memoria. Lo mejor de todo es que ella posaba para él, totalmente consciente de que estaba instaurando una pequeña anarquía en su orden establecido. A la mierda la democracia. Desde entonces, pasaba todos los días sentado en un banco enfrente de aquella tienda, esperando encontrar las palabras adecuadas para cruzar la puerta y presentarse. 

Sospechaba lo que opinaban los demás. Pensaban que era raro. Pero, ¿acaso no había gente que se pasaba horas contemplando obras de arte en los museos? Decían que era un amor imposible. Pero, ¿acaso no estaría incompleta cualquier definición de amor que no incluyera la palabra “imposible”?

No sabía mucho sobre ella, sólo que trabajaba allí y siempre llevaba el mismo uniforme. Qué bien le quedaba el uniforme y qué ganas de verla sin él, aunque sonara contradictorio. Quizá había llegado el momento de armarse de valor. A lo mejor ya era hora de romper el cristal que los separaba.

Al día siguiente, Lolita, la dueña del negocio, se llevó una sorpresa. Habían destrozado el escaparate con una piedra. Asustada, entró corriendo a la tienda y descubrió con sorpresa que no habían robado nada de valor. Todo seguía en su sitio. Sólo faltaba una cosa. Alguien se había llevado el maniquí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

no desvistas mi amor
podrías encontrar un maniquí.
no desvistas el maniquí
podrías encontrar mi amor.

Bukowski

Anónimo dijo...

Yo no soy Bukowski, soy Marisa (tu amiguita de Networks) y me gusta mucho como escribes, si señor :)

Remei Gómez Gracia dijo...

Qué pervertido.
Y qué guay :)