miércoles, 20 de mayo de 2009

Hazme trampas

Siempre caigo en tu trampa.

Al principio me niego. Pero tú eres consciente de que lo estoy deseando. Y yo también. Sólo tienes que insistir un póco más para que acabe aceptando.

Entro en tu juego.

Creo que manejo la situación. Creo que controlo la partida. Creo que voy ganando.

Estoy completamente equivocado.

Es tu juego. Tú tienes el control.

Me dejo engañar por tu sonrisa. Dejo que tus dulces y falsas palabras me guíen. Hago todo lo que tú quieres. Soy tu marioneta, pero no dejaría nunca que nadie más que tú controlara mis hilos. Caigo en tu trampa.

Tú vences. Mi amarga derrota no podría parecer más dulce.

Y la pregunta queda en el aire.

¿Por qué sigo jugando a un juego que nunca ganaré?

1 comentario:

Mario Pina dijo...

Me he hecho esa pregunta mil veces, y me he sentido marioneta otras tantas. Lo cierto es que a veces uno prefiere una derrota dulce a una victoria que se pueda agriar. Y uno acaba regocijándose en su propio sufrimiento.

Un abrazo.