jueves, 11 de junio de 2009

Miedo a lo desconocido

Érase una vez un hombre que les tenía miedo a los espejos.

Tanto miedo que ni siquiera las tres sílabas de "pánico" llegan a expresar con fidelidad lo que sentía ante la simple mención de estos objetos.

Como tantos de los miedos irracionales que nos acechan en la oscuridad, surgió en su infancia. Cuando vio por primera vez un espejo se quedó totalmente absorto contemplándolo, examinando detalladamente cada milímetro de su reflejo. Su madre le encontró varias horas después rígido como una estatua, con los ojos como platos por la impresión y lágrimas recorriéndole el rostro. Tardó varios días en salir de ese estado. Pasaron semanas hasta que volvió a hablar. Fue la primera y última vez que se reflejó en un espejo.

El resto de su vida, cualquier superficie pulida que se encontrara en su camino era destrozada, descolgada, rayada, tintada u ocultada.

Decenas de psicólogos intentaron ayudarle a erradicar esta fobia, pero ninguno logró encontrar la razón de sus miedos. Tal vez por su inexperiencia, su mente cerrada o, simplemente, porque eran terriblemente malos en su trabajo.

La clave del misterio se encontraba en un lugar donde sólo el narrador de una historia de ficción puede llegar: Su subsconsciente.

La causa de sus miedos era sencilla, pero terriblemente compleja.

Se tenía miedo a sí mismo.

1 comentario:

David dijo...

Me ha gustado mucho, pero no sé si la he entendido del todo. El prota tiene miedo así mismo, pero en el título pone "miedo a lo desconocido". ¿Tiene miedo porque no sé conoce a sí mismo? .____.