Está tan tranquila, en el fondo de la botella, sin molestar a nadie. De repente, su mundo se pone boca abajo. Arrastrada contar su voluntad, es precipitada a un destino incierto. Durante la larga caída sólo tiene una compañía: la terrible duda de si caerá dentro o fuera del vaso. Desgraciadamente, cae dentro. Su a priori inofensivo impacto tiene una consecuencia devastadora. Se produce una turbación en la superficie. El vaso se desborda. cientos de gotas son despedidas hacia lo desconocido.
Y toda la culpa es suya.
Mentira.
No somos justos con ella.
El culpable es quien ha vaciado la botella.
2 comentarios:
Es como culpar a alguien de nuestro propio caos o a un golpe de una depresión. Pobre gota, incomprendida, que al volver con su familia es increpada hasta su muerte...
Dependiendo de nuestro estado de ánimo pensamos que el responsable es aquél que vació la botella, o que la botella simplemente resbaló a causa de alguna fuerza sísmica, como un terremoto de poca intensidad. Pero a veces sabemos que la gota, si hubiera querido, podría haberse evaporado.
Cuídate.
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