domingo, 25 de noviembre de 2012

La ficción supera a la realidad

Warren Ross era un personaje de ficción.

No se le ocurría otra explicación lógica.

Y os podéis imaginar lo ilógica que sería la situación para que aquella fuera la única explicación lógica.

Había despertado hace unas horas en una cama que no conocía, pero que era sin ninguna duda la suya, en un piso en el que nunca había estado, pero donde todo indicaba que vivía. No había ni un solo marco a la vista en el que no apareciera visitando sus lugares preferidos donde nunca había estado con conocidos que no reconocía. Sin duda, había tenido una vida memorable. Si no fuera porque no se acordaba de nada.

Para él todo había empezado esa mañana al abrir los ojos. No recordaba haber vivido nada hasta ese momento. No recordaba haber existido siquiera. Pero todo hacía sospechar que tenía una existencia bastante definida y que se iría descubriendo a lo largo del relato. Cada vez lo tenía más claro. Era un personaje de ficción y aquel era el inicio de su historia, su primer capítulo. Alguien lo había creado con un propósito concreto, diseñando hasta el último detalle de su vida y de lo que estaba por venir. No tenía ninguna otra razón de ser más que protagonizar una serie de eventos con inicio, nudo y desenlace. Durante ellos, su pasado, su personalidad y sus circunstancias quedarían muchas claras.

¿Qué aventuras le esperaban? ¿Qué otros personajes tomarían parte en ellas? ¿Qué destino le tendría reservado su misterioso creador?

La verdad es que resultaba tremendamente emocionante. Tenía muchas experiencias por delante. Y no iban a ser nada aburridas. Seguro. A nadie le interesan las cosas aburridas. Si estaba en lo cierto, no podía hacer más que sentirse el personaje de ficción más afortunado de la historia. Aquello era solo el comienzo, tenía toda una vida por delante.

Y La Muerte estaba a punto de tocar el timbre de su apartamento.

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