viernes, 23 de septiembre de 2011

Última llamada para la esperanza

El hombre paciente levantó la cabeza. Examinó todos los nombres que aparecían en aquel panel luminoso que se alzaba sobre él. Su avión seguía sin aparecer en la lista. Una expresión triste se dibujó en su rostro y agachó la cabeza.

Aquello se había convertido en un ritual que repetía de manera automática cada cinco minutos.

¿Por qué no llegaba su avión? Parecía que llevara esperando toda la vida. Quizá se había retrasado. Debía de ser eso. Cuando alguien desea algo con todas sus fuerzas lo quiere al momento, pero no se da cuenta de que cuanto más esperas mayor es la recompensa. Seguro que la espera valía la pena.

¿Verdad?

Pero es que el avión no aparecía en la lista. ¿Y si lo habían cancelado? Peor, ¿y si el avión nunca había existido? ¿Y si había sido una invención de su mente? ¿Estaba esperando un avión que nunca llegaría?

La incertidumbre de la espera era muy dura.

Y esperar era lo único que hacía.

Menos mal que ya habían pasado cinco minutos.

El hombre paciente levantó la cabeza… y la volvió agachar.

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